jueves, 15 de abril de 2010

SISTEMAS ÉTICOS

UTILITARISMO

los soberanos de la tierra, y defendía la “religión revelada”. En la teoría del conocimiento, era nominalista. Sobre la base de los manuscritos de Bentham, Boole formuló la teoría de la cuantificación del predicado. Obra principal: “Deontología o ciencia de la moral” (1834). utilitarismo es una forma moderna de la teoría ética hedonista que enseña que la finalidad de la conducta humana es la felicidad, y que en consecuencia la norma discriminatoria que diferencia entre el comportamiento bueno y malo es el placer y el dolor. En palabras de uno de sus mas distinguidos defensores, John Stuart Mill:

La doctrina que acepta como fundamento de la moral a la utilidad o principio de la máxima felicidad, sostiene que las acciones son correctas en proporción a su tendencia a promover la felicidad, e incorrectas si tienden a producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad al dolor y la privación del placer (Utilitarismo, ii, 1863).

Aunque el término utilitarismo no entró en boga hasta no ser adoptado por Bentham, y aunque los principios esenciales del sistema ya habían sido apoyados por muchos filósofos ingleses, puede decirse que, con la importante excepción de Helvetius (Del espíritu, 1758) en quién Bentham parece haberse inspirado, todos los defensores de este sistema han sido ingleses. El privilegio de que ha disfrutado en el pensamiento inglés puede atribuirse en gran medida al predominio de las enseñanzas de Locke de que todas nuestras ideas se derivan exclusivamente de la experiencia sensorial. Esta doctrina epistemológica, hostil a cualquier sombra de intencionalismo, encuentra su complemento ético en la teoría de que nuestras ideas morales de lo bueno y lo malo, nuestros juicios morales y la conciencia misma son en principio derivados de experimentar los resultados de las acciones.

Rastreando la corriente del pensamiento utilitario desde sus orígenes, podemos comenzar con Hobbes (Leviatán, 1651), cuyo axioma ético fundamental es que la conducta correcta es aquella que promueve nuestro propio bienestar; y que el código social de la moral depende para su justificación de si sirve o no para el bienestar de quienes lo observan. Un eclesiástico protestante, Richard Cumberland (De legibus naturæ, 1672), ocupado en refutar la doctrina de Hobbes de que la moral depende del decreto civil, buscó mostrar que el principio de la máxima felicidad es una ley del Evangelio y una ley de la naturaleza: "La mas grande benevolencia posible de todo agente racional para con todo el resto constituye el estado mas feliz de todos y cada uno. Consecuentemente el bien común será la ley suprema". Este enfoque fue posteriormente desarrollado por algunos otros teólogos de quienes el último y mas conspicuo fue Paley (Principios de moral y filosofía política, 1785), quién concluyó que, ya que Dios desea la felicidad del hombre, entonces si hemos de amoldar nuestra conducta a la voluntad de Dios entonces deberemos actuar con el fin de promover la felicidad común; y la virtud consiste en hacer el bien a toda la humanidad en obediencia a la voluntad de Dios y para la felicidad perpetua. La obligación moral el la concibe como la presión que ejerce la Divina voluntad estimulando nuestras intenciones hacia la acción correcta. En mas armonía con el espíritu de los utilitarios posteriores se encuentra Hume, a quien lo que menos le preocupaba era encontrarle a la moral alguna fuente o aprobación religiosa. En su Investigación sobre los principios de la moral (1751) realizó un extenso análisis de los diversos juicios que por los que pasamos por nuestro propio carácter y conducta y en aquellos de otros; y a partir de su estudio llegó a la conclusión de que la virtud y el mérito personal consiste en aquellas cualidades que son útiles a nosotros mismos y a otros. En el curso de su reflexión el se encuentra con la interrogante que es el insalvable obstáculo en la ruta del teórico utilitario: el cómo conciliar el motivo del interés personal con el motivo de la benevolencia; si cada ser humano necesariamente persigue su propia felicidad, ¿como puede ser la felicidad de todos el fin de su conducta? A diferencia de posteriores pensadores de esta escuela, Hume no discute ni trata de resolver sistemáticamente esta dificultad; el la descarta apoyándose en la suposición de que la benevolencia en la virtud suprema.

En Hartley (Observaciones sobre el hombre, 1748) encontramos el primer esfuerzo metódico por justificar el principio utilitario mediante la teoría de la asociación a la que una gran parte de la génesis de nuestros juicios morales es asignada por subsecuentes pensadores, especialmente aquellos del partido evolucionista. De las sensaciones y de las emociones bajas elementales o primarias, de acuerdo con Hartley, resultan los sentimientos y emociones mas elevados, de una clase distinta a los procesos de donde han surgido. Los motivos altruistas, la compasión y la benevolencia, son así justificados. Con Bentham surge el grupo de pensadores que tienen por distintivo el apropiado nombre de utilitarios. Los líderes posteriores a Bentham fueron los dos Mills, los dos Austins y Godwin, quienes son conocidos también como los filósofos radicales. Mientras los demás miembros de este partido destinaban una considerable labor de pensamiento a la defensa y desarrollo del utilitarismo académico al que convirtieron en el punto de partida de su actividad política, ellos se volvieron notablemente menos especuladores filosóficos que reformistas activos de las condiciones sociales, económicas y legislativas. La idea central de sus doctrinas y política fue acuñada por Bentham en la apertura de sus Principios de moral y legislación (1789):

La naturaleza a puesto a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos, el dolor y el placer. Es por ellos solos que tomaremos nota de que debemos hacer y de como lo haremos. Por una parte la norma de lo correcto y lo incorrecto, y por otra la cadena de causa y efecto están encadenadas a su trono. Nos gobiernan en todo lo que hacemos, cada esfuerzo que hagamos por liberarnos de su yugo no servirá mas que para demostrarlos y confirmarlos. En una palabra el hombre pretenderá renunciar a su imperio; pero en realidad continuará sujeto a él todo el tiempo. El principio de utilidad reconoce esta sumisión y asume que es la fundación de ese sistema cuyo objetivo es criar la tela de la felicidad de la mano con la razón y la ley.

Apoyándose de manera incondicional en el principio del egoísmo absoluto, Bentham se libra a sí mismo de la tarea de reconciliar el interés personal y el altruismo:

No sueñes con que los hombres moverán su dedo más pequeño para servirte, a menos que el beneficio por hacerlo sea para ellos lo bastante obvio. El hombre nunca lo ha hecho y nunca lo hará mientras la naturaleza humana está compuesta de su materia actual. Pero ellos desearán servirte cuando al hacerlo puedan servirse a sí mismos, y las ocasiones en que puedan servirse a sí mismos sirviéndote son numerosas (Deontología, ii, 1834, obra póstuma)

En manos de Bentham y sus discípulos el utilitarismo disocia la moralidad de su base religiosa e, incorporando el determinismo con sus otras doctrinas, se vuelve marcadamente positivista, resolviendo la obligación moral como un prejuicio o sentimiento resultante de la asociación prolongada de las consecuencias desagradables que acuden con ciertas clases de acciones, y los beneficios que siguen a otras. Bentham caracteriza a la palabra deber como un impostor autoritario, el talismán de la arrogancia, indolencia e ignorancia. Es la condenación del utilitarismo de que esta estimación del deber es rigurosamente consistente con el sistema; y ningún defensor de la teoría utilitaria ha sido capaz, aunque algunos han tratado, de indicar los reclamos de la obligación moral en los terrenos del utilitarismo positivista. Bentham redactó un curioso esquema para calcular el valor o peso a asignar a todos tipos de placeres y dolores como una norma práctica de determinar en forma concreta el valor moral de cualquier acción. Él asume que todos los placeres son semejantes en su tipo y difieren solo en cantidad, o sea en intensidad, certeza, duración, etc. Su análisis sicológico, además de su defecto original de convertir al interés personal en el único motivo de las acciones humanas, contiene muchos errores. Autores subsecuentes lo han abandonado como irrelevante por la buena razón de que calcular los resultados de cada acción del modo que exige su uso, y el lograr un balance entre las ventajas y desventajas que lo acompañan requiere de un intelecto mucho más poderoso del que el ser humano ha sido dotado.

La expresión clásica de este sistema se encuentra en Utilitarismo de John Stuart Mill, quién se empeña en cultivar la idea del utilitarismo en un plano mas alto que el del egoísmo abierto en que lo apoya Bentham. Como fundamento de esta estructura Mill sostiene que cada hombre actúa necesariamente con el fin de obtener su propia felicidad; pero encontrando que este fundamento lógico es insuficiente en proveer la base para un adecuado criterio de conducta, e impulsado por sus propias y grandes compasiones, que rápidamente se esfuerza en reemplazar "la felicidad de todos los interesados" por "la felicidad propia del agente". El argumento sobre el que, siendo el autor de un formidable trabajo de lógica, se empeña en pasar de la primera a la segunda posición, puede servir de ejemplo adecuado para proponer al principiante de lógica cuando esté ocupado en la detección de sofismas. En breve, el argumento es que, como cada cual desea y persigue su propia felicidad, y la suma total de estos fines individuales conforma la felicidad general, entonces la felicidad general es algo deseable por todos y proporciona la norma utilitaria de que es correcto en conducta. "También podrá discurrir " dice Martineau "que si un centenar de hombres, cada uno de ellos hambriento, se satisface comiendo, el hambre de todos ellos deberá ser satisfecha mediante la comida de cada uno". Para escapar de algunas críticas incitadas en contra de la doctrina establecida por Bentham, quien no hizo distinción entre los diversos tipos de placer, Mill proclamó que el utilitarismo observa que los placeres difieren tanto en calidad como en cantidad; a juicio de aquellos que experimentan los distintos placeres, algunos son preferidos sobre otros, y es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho. Desde allí pasa de "preferible" a "elevado", y así subrepticiamente introduce una clasificación moral en los placeres. El único terreno legítimo en donde conectar los valores morales altos y bajos con los diversos placeres es evaluarlos de acuerdo al rango de las facultades o tipos de acción a donde pertenecen como resultados. Pero el hacer esto es asumir alguna norma moral mediante la cual podemos medir lo correcto o incorrecto de la acción, independientemente de sus consecuencias placenteras o dolorosas. Para responde a la objeción de que la virtud es deseada por su propio bien, y que el hombre hace el bien frecuentemente sin mediar ningún cálculo de la felicidad derivada de su acción, Mill lista la teoría de la asociación; como resultado de la experiencia, las acciones que han sido aprobadas o condenadas debido a sus consecuencias placenteras o desagradables a la larga aparecen ante nosotros como bien o mal, sin que nosotros notemos su resultado placentero o doloroso.

Desde tiempos de Mill el único escritor que ha introducido alguna modificación en el pensamiento estrictamente utilitario ha sido Sidgwick (Métodos de ética, 1874), quien admite que la norma del placer y dolor es incapaz de servir universalmente como criterio de moralidad; pero cree que es valiosa como instrumento de corrección del código moral recibido. Defienda al principio de la felicidad general como norma de conducta pero lo trata mas como un principio primario que como uno demostrable. Aunque denunció vigorosamente al utilitarismo, la construcción ética de Herbert Spencer (Datos sobre ética, 1879) que puede tomarse como del tipo de la escuela evolucionista, es fundamentalmente utilitaria. Él usa a la verdad en vez de la felicidad para incrementar la vida, o sea, una vida mas plena e intensa, el fin de la conducta humana debido a que es el fin de toda la actividad cósmica de la que la conducta humana forma parte. Pero retiene el placer y el dolor como la norma que discrimina lo bueno de lo malo de modo que en realidad él ve al valor moral de las acciones como completamente dependiente de su utilidad. Su explicación del origen de nuestras ideas morales, de la conciencia, y de nuestros juicios morales es demasiado larga y complicada para ser incluida aquí. Bastará decir que en ella publica la influencia de la asociación con la de la herencia como la fuente de nuestras normas y juicios morales. Nuestro sentido de la obligación moral no es mas que un sentimiento transitorio generado por la convergencia de nuestra heredada experiencia racial de los resultados de la acción con otro sentimiento que de manera remota se le presenta a nuestra conciencia como poseedor de mayor "apariencia autoritaria" que los resultados inmediatos. Los argumentos impulsados en contra delhedonismo en general son efectivos en contra del utilitarismo. Su propia debilidad particular descansa en su incapacidad de encontrar un paso del egoísmo a; el altruismo; su identificación del interés propio y la benevolencia como un motivo de conducta, y su reclamo de que las ideas moralmente correctas y útiles son en el fondo idénticas.

JAMES J. FOX
Transcrito por Tomas Hancil y Rick McCarty
Traducido por Daniel Gallo


Juicio ético sobre el utilitarismo

Utilitarismo y pragmatismo

La base del utilitarismo es el placer y el dolor. De está manera, para los utilitaristas, lo que proporciona placer es bueno y lo que nos causa dolor es malo.

El utilitarismo es una variedad del hedonismo ético. El hedonismo sostiene que el bien que las personas deben buscar es la felicidad o el placer. No simples placeres físicos u hormonales, sino situaciones placenteras, que pueden incluir placeres más nobles (intelectuales, sociales, espirituales)

Aristóteles sostuvo que lo que todo hombre en definitiva busca es la felicidad. Todo lo demás es medio para ese fin. La felicidad tiene un valor intrínseco. Pero para los utilitaristas, el resultado que debemos buscar en todas nuestras acciones es la felicidad, por que es el único bien en sí.

Tradicionalmente se reconoce a Jeremy Bentham como padre del movimiento filosófico llamado utilitarismo esta corriente de pensamiento tuvo y ha tenido una gran influencia no solo en ética, sino también en política y economía, especialmente en el mundo anglosajón.

El utilitarismo de Bentham se inspira en la doctrina de Epicúreo, esta teoría del Epicureismo es importantísima, pues es uno de los grandes intentos por hacer compatible el materialismo con la libertad y con la ética.


El epicureismo afirma que el hombre como ser material, su finalidad es material. El fin del hombre es el placer. El sentido y la finalidad de nuestra vida es llevar a cabo una vida lo más placentera posible.

No debemos confundir el Epicureismo con el Hedonismo burdo. Hedoné significa placer en griego. El hedonista burdo pone la felicidad del hombre en la búsqueda desesperada de placeres sin más, y se dedica a gozar de la vida sin freno alguno. El hedonismo puede resumirse en dos frases vulgares “comamos y bebamos que mañana moriremos” y “vamos a darle vuelo a la hilacha”.

Epicúreo no es un hedonista burdo. El es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que la búsqueda desenfrenada e irracional del placer termina por producir dolor, fastidio, hastío. Por ejemplo, un hedonista piensa que, si a una persona le gustan las cubas, debe beber cuanto quiera hasta embriagarse. Un epicureista razonaría de la siguiente manera: Emborracharse con ron provoca un placer de dos o tres horas, pero el otro día tendrás dolor de cabeza, malestar estomacal y sed por seis o siete horas. Embriagarse nos pone en peligro de matarnos o matar alguien y esto traería consecuencias dolorosas. Además no podemos emborracharnos todos los días pues lo más probable es que nos enfermaríamos y esto traería por consecuencia dolor. Luego emborracharse no es un placer que convenga. Es un placer demasiado costoso y trae demasiados riesgos de dolor. Es mucho mejor beber moderadamente, pues causa placer y no trae dolor.

El verdadero placer, piensa Epicúreo, consiste en evitar el mayor número posible de dolores, inquietudes y ansiedades. Para ello, el hombre debe llevar una vida moderada, ordenada, no debe vivir desenfrenadamente. Epicúreo es un economista del placer. NO propone la vida moderada por motivos virtuosos. El motivo de Epicúreo es la búsqueda del placer. Epicúreo calcula las inversiones y se da cuenta que es mejor invertir en las empresas que produzcan intereses pequeños, pero constantes, y no arriesgar su capital en empresas que pueden generar unas ganancias fabulosas, pero que hay un alto riesgo de perderlo todo.

Epicúreo fomenta su teoría en que es mejor pequeños placeres, pero constantes y sin dolores, que placeres intensos, pero pasajeros y acompañados de grandes dolores.

El principio de utilidad de Bentham aprueba o desaprueba cualquier acción de acuerdo con la tendencia que parece tener en cuanto aumentar o disminuir su felicidad de las partes interesadas. Es decir que las acciones son buenas cuando el resultado es la felicidad de la partes interesadas . Es decir las acciones son buenas cuando el resultado es la felicidad y malas cuando el resultado es la infelicidad. Las virtudes, incluso son medios para un fin: la felicidad y la satisfacción.

Así por ejemplo, James Mill (1773-1836) y Jhon Stuart Mill(1806-1873), tenían una posición social que les permitía influir en el gobierno ingles. mas tarde, el movimiento norteamericano pragmatista se inspiraría en algunas ideas del utilitarismo ingles.

John Stuart Mill, define al Utilitarismo como:

“La doctrina que acepta como fundamento de la moral a la utilidad o principio de la máxima felicidad, sostiene que las acciones son correctas en proporción a su tendencia a promover la felicidad, e incorrectas si tienden a producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad al dolor y la privación del placer” (Utilitarismo, ii, 1863).

El pragmatismo norteamericano afirma que la verdad es la practica: algo es verdadero cuando sirve, cuando es practico, cuando funciona y da resultados. representantes del pragmatismo son Charles Peirce (1839-1914), William James (1842-1910) y Jhon Dewey (1859-1952) (Lat. utilis, útil).

El utilitarismo es una forma moderna de la teoría ética hedonista en la que su principal preocupación es la felicidad en la conducta humana, y por lo tanto la diferencia entre el comportamiento bueno y malo es en consecuencia el placer y el dolor.

Jeremy Bentham nació en Inglaterra en 1748 y murió en 1832. Hombre culto, desarrollo mucho interés en la política y administración publica, en su teoría ética, reducía los motivos de la conducta al placer y al dolor; la moralidad, al acto útil (Utilitarismo), sus ideas y acciones fueron decisivas para reformar el sistema de las cárceles inglesas, que además de excesivamente rigurosas eran escuelas de crimen.
Bentham, como muchos otros filósofos ingleses, es un empirista, el conocimiento primordial es la experiencia sensible. todo el saber humano debe intentar parecerse a las ciencias empíricas y matemáticas. No se puede entender la ética de Bentham si se olvida que es un empirista.

El utilitarismo se basa en que todo ser humano busca por naturaleza el placer y evita el dolor. Bentham decía: “La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos señores soberanos, el dolor y el placer(...). Ambos nos gobiernan en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos, en todo lo que pensamos: Cualquier esfuerzo que hagamos para liberarnos de nuestra sujeción a ellos, no hará si no demostrarla y confirmarla”. La moralidad, según Bentham, puede ser calculada matemáticamente como balance de satisfacciones y sufrimientos, resultado de determinadas acciones cualesquiera que sean. En otras palabras, todas nuestras acciones están dirigidas a huir del dolor y obtener placeres. cuando damos un regalo a nuestra madre, cuando estudiamos química, cuando salimos a bailar, cuando nos levantamos de madrugada para llegar al trabajo, cuando perdonamos a nuestra novia, en todas nuestras acciones estamos buscando un placer o evitando un dolor.

Para Bentham, ”placer” es un termino muy amplio. sexo y comida no son los únicos placeres, ni siquiera los mas importantes. escuchar música, leer un libro, sentirse bien por haber dado limosna, la satisfacción de haber cumplido con el deber, son también placeres. El ser humano va detrás del placer o huyendo del dolor en todos sus pensamientos, deseos y acciones. El hombre no hace nada que no le brinde alguna satisfacción.

En el utilitarismo la vida buena para ellos es la misma que en los clásicos: la vida feliz. Sin embargo Jeremy Bentham, el padre del utilitarismo decimonónico, no distingue ni jerarquiza placeres a la hora de establecer su supremacía. Parecer que el placer es el mismo más allá de la diversidad de situaciones, sentimientos o sensaciones que puedan ocasionarlo. Sólo varía en su cantidad.

Por supuesto, esta concepción es del todo básica y superficial, aunque hoy sea la posición dominante. Los objetos del deseo humano son irreductiblemente heterogéneos y, aunque no fuese así, igual no nos serviría, precisamente porque el gozo, de por sí, no nos proporciona ninguna buena razón para emprender un tipo de actividad antes que otra. El placer acompaña, puede confundirse con ella. Pero no es el fin, sino un adjetivo del fin.

Semejante falencia en lo antropológico no son menores en lo político. El utilitarismo, en su formulación más simple, sostiene que el acto o la política moralmente correcta es aquella que genera la mayor felicidad entre los miembros de la sociedad. "La mayor felicidad para el mayor número". El potencial democrático del principio es incuestionable, pues hay un único criterio para definir el bien común: lo que establezca la mayoría. ¿Y si la mayoría se equivoca? Esta es la debilidad del planteamiento rousseauniano al encerrar un peligroso relativismo. Y no digo peligroso porque si: puede ser el caldo de cultivo para el nazismo o para otros “excesos políticos” similares. El bien común no puede ser, solamente, lo que diga la mayoría.

En Bentham, el carácter metafísico y mecanicista en la concepción de la moralidad (“aritmética moral”) se completa con la apología franca de la sociedad capitalista, por cuanto se declara que la satisfacción del interés particular (“principio del egoísmo”) es el medio que permite “lograr la mayor felicidad para el mayor número de personas” (“principio del altruismo”). Criticaba la teoría del derecho natural. Negaba la “religión natural”, que construía el concepto de Dios por analogía con los soberanos de la tierra, y defendía la “religión revelada”. En la teoría del conocimiento, era nominalista. Sobre la base de los manuscritos de Bentham, Boole formuló la teoría de la cuantificación del predicado. Obra principal: “Deontología o ciencia de la moral” (1834).

Hedonismo

El Hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Las dos escuelas clásicas del hedonismo son la escuela cirenaica y los epicúreos.

Hedonismo es la doctrina que considera el placer como el fin de la vida, por lo que se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente a vivir en su eterna búsqueda. En la Grecia antigua se formularon las primeras teorías sobre el placer:

En la primera doctrina se plantea que los deseos personales se debían satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás. Esta teoría fue expuesta por un grupo llamado los cirenaicos.

La segunda doctrina fue formulada por los epicúreos o hedonistas racionales, seguidores del filósofo Epicuro de Samos, quien vivió en Grecia entre el 341 y el 270 a.c. La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido tergiversada a través de la historia, hasta el punto de que algunos lo toman como un libertino mientras que otros lo consideraron una faceta.

Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer, porque para muchas personas el placer es concebido como algo que excita los sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sensuales. Existen otras formas de placer que según él se refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer es malo en sí, sólo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el error.

Existen escritos del filósofo y de sus seguidores que nos muestran sus doctrinas: entre los deseos, algunos son naturales y necesarios, algunos naturales y no necesarios y otros ni naturales ni necesarios, sólo consagrados a la opinión vana. La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos determina nuestra aptitud para ser felices o no.

  • Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las necesidades básicas físicas, como el alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad.
  • Dentro de la clase de naturales e innecesarios están , la conversación amena, la gratificación sexual, las artes, etc.
  • Dentro de los placeres innaturales e innecesarios están la fama, el poder político, el prestigio, etc.

Epicuro formuló algunas recomendaciones entorno a todas estas categorías de deseos así:

  • Debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.
  • Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón, no más allá.
  • No debemos arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto sólo conduce a un sufrimiento futuro
  • Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios pues el placer o satisfacción que éstos producen es efímero.

La filosofía epicúrea ganó un gran número de adeptos. Fue una importante escuela de pensamiento que perduró por 7 siglos después de la muerte de su creador. Hacia la Edad Media decayó y fueron destruidos muchos de sus escritos. Sin embargo hoy existen remanentes de esta doctrina que han sido compilados y difundidos por el mundo.

Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por la razón. Hacían hincapié en la virtudes del dominio de sí mismo y de la prudencia. En los siglos XVIII y XIX los filósofos británicos Jeremy Benthan, James Mill y John Stuart Mill hicieron la propuesta de una doctrina universal más conocida como utilitarismo. Según esta teoría el comportamiento humano debe tener como criterio final el bien social. Hay que guiarse moralmente buscando todo aquello que proporciona y favorece el bienestar de un mayor número de personas.

Después de analizar el documento sobre el Hedonismo hemos llegado a las siguientes conclusiones :

  • Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de experimentar placer.
  • El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
  • Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.
  • Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.
  • El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan la mayoría de las personas.
  • Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de tarta, o mirar la última alineación planetaria.
  • Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos, por ejemplo la popularidad o la fama.
  • El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio de los demás.
  • Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos vivir muchos momentos de felicidad.

Dentro del Hedonismo en sentido estricto se pueden distinguir dos formas del mismo, de acuerdo con los dos significados que tiene el término placer. Éste designa al placer sensible o inferior, y al placer espiritual o superior. En consecuencia, habrá dos formas de hedonismo, llamadas hedonismo absoluto y hedonismo mitigado, o eudemonismo.

Por lo que se refiere al hedonismo psicológico, son varias las doctrinas existentes según la determinación temporal del placer. La teoría del placer de los fines o ´´hedonismo psicológico del futuro´´ sostiene que el placer personal es el único fin último de una persona.

El hedonismo no consiste en afirmar que el placer es un bien, ya que dicha afirmación ha sido admitida por otras muchas doctrinas éticas muy alejadas del hedonismo, sino en considerar que el placer es el único y supremo bien.


El término hedonismo puede tomarse en dos sentidos, lato y estricto. En el primero, Hedonismo sería una teoría ética de gran amplitud en la que la palabra placer tendría un significado muy extenso, abarcando tanto el placer como la utilidad; en este sentido se encuadraría dentro del Hedonismo el utilitarismo. En un sentido más restringido, el Hedonismo se diferencia del utilitarismo, fundamentalmente, porque el primero cifra el bien en el placer individual, mientras que el segundo afirma como bien sumo el placer, el bienestar y la utilidad sociales; el Hedonismo tiene carácter individualista, el utilitarismo es de índole socialista (en el sentido etimológico de la palabra). El punto de vista que sostiene que la satisfacción humana se encuentra en la búsqueda y posesión del placer material y físico.

El hedonismo radical sostiene que todos los placeres físicos deben ser satisfechos sin ninguna restricción, mientras que el hedonismo moderado afirma que las actividades placenteras deben ser moderadas, para que así aumente el placer. En ambos casos el placer es la principal motivación del comportamiento.

Hedonismo contemporáneo [editar]

Dentro de la filosofía contemporánea se destaca la figura de Michel Onfray como abierto proponente del hedonismo. Él manifiesta en una entrevista que "Se cree que el hedonista es aquel que hace el elogio de la propiedad, de la riqueza, del tener, que es un consumidor. Eso es un hedonismo vulgar que propicia la sociedad. Yo propongo un hedonismo filosófico que es en gran medida lo contrario, del ser en vez del tener, que no pasa por el dinero, pero sí por una modificación del comportamiento. Lograr una presencia real en el mundo, y disfrutar jubilosamente de la existencia: oler mejor, gustar, escuchar mejor, no estar enojado con el cuerpo y considerar las pasiones y pulsiones como amigos y no como adversarios."1

Otra figura destacable en defensa de este plantamiento hedonista es la escritora Valérie Tasso. Su libro Antimanual de sexo intenta abordar desde esta perspectiva el fenómeno de la sexualidad humana con declaraciones como la siguiente: "El hedonismo es una actitud ante la vida. Es una filosofía vital que prima al instante sobre el devenir, que reivindica la valentía sobre el miedo, que respeta la materialidad y cuestiona el espíritu, que gestiona lo que sucede sin despreciarse por lo que nunca sucedió, que aprecia la lógica de la vida y cuestiona la lógica de la muerte, que sabe que lo suficiente es suficiente, que busca el placer donde está, no donde se busca, que hace de su cuerpo su aliado y no su prisión, que desea sin que lo esclavice su deseo, que emplea su tiempo más que su dinero[...] El hedonista ejerce el difícil arte de establecer la paz consigo mismo."2




La relatividad del valor
La relatividad es la misma esencia de la verdad, en modo en que las representaciones se convierten en verdad, como también es el modo por el que los objetos deseados se convierten en valores.

Frente a esta cuestión hay una diversidad compleja de opiniones que podrían sintetizarse en dos.

  1. Concepción positiva o afirmativa: está por la existencia de valores universales. Cabrían dos actitudes:
    • Afirmativa total: todos los valores son inmutables y universales.
    • Afirmativa parcial: algunos valores son universales, el resto son circunstanciales y relativos.
  2. Concepción relativista: los valores cambian según circunstancias culturales, tiempos históricos, etcétera. Habría dos posturas:
    • Relativismo colectivo: cada cultura, cada nación, cada grupo humano tiene un conjunto de valores que difieren de cultura a cultura.
    • Relativismo individual: no existen valores de proyección social, ni de culturas y grupos. Todo valor es algo válido para mí, para cada individuo

El relativismo axiológico afirma, pues, la relatividad de los valores en relación con la historia, cultura, sociedad, etcétera. La prédica relativista es seductora: "Los tiempos cambian, los valores envejecen y son reemplazados por nuevos valores". Usted viaja por el mundo y advierte escalas de valores diferentes en las distintas culturas y pueblos. Aquí se admite la antropofagia; allá la esclavitud como valores propios de esa cultura.

El relativismo, en la posmodernidad, es llevado a extremos. Ya no se tratará de pueblos y culturas que coparticipen de un conjunto de valores diferentes de los otros pueblos y culturas, sino de pequeños grupos y, finalmente, de cada individuo. Ahora bien: ¿Cómo se organiza una sociedad sin una participación amplia y firme de valores en común? Si lo reducimos a individuos o grupúsculos, un país no tendría ni constitución política, ni podría dictar leyes que gobiernen a todos. Obviamente no podría aceptarse ningún proyecto colectivo, como por ejemplo, una ley de universidades, menos aún una ley general de educación, menos todavía, acuerdos educativos continentales, etcétera.

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