miércoles, 19 de mayo de 2010

PODER Y SERVICIO EN LA FAMILIA


EL PODER DE LA FAMILIA

i el poder es la capacidad de influencia que posee y ejerce cada persona, podríamos decir que el poder de la familia sería la resultante de sumar las capacidades individuales de los miembros que integran la familia.

Sin embargo, la Psicología Social propone que, al interior de cada grupo humano, 2+2>4. Y, evidentemente, la familia, en tanto que grupo primario humano no se sustrae a esta ley.

La familia es un grupo primario, al menos bigeneracional, cuya esencia son los servicios, de ahí su nombre, que se prestan mutuamente sus componentes, en función de los vínculos afectivos que les unen.

El núcleo de la familia lo integra la pareja, dos personas que se quieren, que organizan un sistema de vida común, del cual provienen otras vidas, que germinan, nacen y se desarrollan a expensas de la generosidad del núcleo inicial.

La autoridad en el hogar está dada por tres condiciones para ejercerla: El buen ejemplo, la firmeza y la bondad,

EL BUEN EJEMPLO

DESPUÉS de un siglo de buscar la mejor manera de criar un hijo, los psicólogos ya no tienen que buscar más, no porque hayan encontrado la clave, sino porque no existe.” Así decía la reseña de un libro sobre la crianza de los hijos publicada en la revista Time. El libro indica que los niños adoptan principalmente los valores de sus compañeros, no los de sus padres.

Seamos un buen ejemplo, especialmente para nuestros hijos. Ellos imitan a sus padres en todo, lo queramos o no, así es y ya que no podemos cambiarlo, seamos entonces, el mejor ejemplo posible, aún cuando creamos que no nos miran, porque es cuando mas pendientes están de uno.

LA FIRMEZA
La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en ellos, así obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.

PROBLEMÁTICA ECONÓMICA EN LA FAMILIA



CONCIENCIA AHORRATIVA EN LA ECONOMÍA FAMILIAR

Muchos padres de familia que hacen enormes esfuerzos por economizar un poco de dinero o para tratar de que el salario dure un poco más, se frustran con facilidad al notar que la actitud de sus hijos es totalmente contraria, es decir, que mientras los padres se amarran la faja, sus hijos se empeñan en aumentar los gastos del hogar al exigir cosas o gastar la plata sin ninguna consideración.

Pero, ¿quién tiene la culpa de esa desconsiderada actitud de los muchachos? ¿Será culpa de ellos? o por el contrario, ¿no será que actúan así por culpa de los padres? o ¿será por falta de conocimientos, tanto de los padres como de los hijos?

Para responder a ese tipo de inquietudes, consultamos a la doctora Gioconda Cajina, destacada especialista en salud mental, quien sostiene que la conciencia ahorrativa es la dimensión equilibrada en la unidad económica del ser.

La doctora Cajina asegura que los hijos que no son tomados en cuenta y que no conocen de dónde es que sale el dinero, no tienen ningún interés en aportar a la economía familiar y no piensan en trabajar, si no solamente en gastar el dinero que andan sus padres en el bolsillo. "Las ideas y las costumbres que se inculcan en la infancia para conseguir esa toma de conciencia ahorrativa, provienen de las distintas formas de pensar del colectivo familiar", dice la reconocida siquiatra.

REUNION FAMILIAR ES EL CAMINO

Gioconda indica que para poder adquirir la conciencia ahorrativa es necesario realizar reuniones familiares con el objetivo de concretizar un pequeño programa económico, con la participación de todos los miembros de la familia, incluyendo a los niños pequeños.

Para la especialista, ese es el único camino para aprender a pensar de manera colectiva, antes de iniciar cualquier tipo de gasto.

La doctora Cajina expresa que de esa forma es que se empieza a comprender que siempre tenemos que pensar en colectivo, no importando la edad de los miembros, y lo más importante es que se aprende a rendir cuentas del dinero.

"Hay que partir de la lógica de que si como familia somos capaces de formular políticas y normas para el gasto del presupuesto, nuestros hijos, desde muy pequeños, aprenderán a administrar y a ordenar sus bienes, priorizando las necesidades básicas", comentó la doctora.

PLANIFICACIÓN EN BASE AL TIEMPO

La doctora Cajina indica que una condición "sine qua non" para que la familia adquiera la conciencia ahorrativa, es que el presupuesto por muy pequeño, se debe planificar en base al tiempo, y sobre todo proponer metas a corto y mediano plazo.

"De esta forma", dice, "todos los miembros de la familia van apreciando los logros de un plan económico, ya que se debe tener la delicadeza de incluir a todos los miembros, hasta a los más chiquitos, en las actividades programadas".

Gioconda ejemplificó sus ideas al exponer que si una familia de modestos recursos se propone adquirir un vehículo algo viejo y usado para el próximo año, para lo cual necesita reunir dos mil dólares, ello deberá significar que necesariamente se tienen que reducir los gastos.

"Todos los miembros de esa familia deberán revisar sus gastos, revisar cuánto están gastando los fines de semana, cuánto gastan en ir al cine y cuánto gastan en comer fuera de sus casas", señala.

Además, indica que se tienen que revisar los gastos de vestuario innecesarios, revisar sus cuentas de luz, agua y teléfono y luego de esa revisión tienen que esforzarse para gastar únicamente lo necesario.

METAS REALISTAS

Gioconda expresa que ya claros todos los gastos y analizando la forma de disminuirlos, se debe buscar la forma de obtener algún dinerito extra para alcanzar la meta programada de adquirir lo que se propusieron.

Gioconda precisa que si ese objetivo es asumido por todo el colectivo familiar, habrá mayor fuerza para realizar los cambios que amerita hacer en el sistema económico.

"Cuando todos los miembros del colectivo familiar están convencidos de qué es lo que quieren, el camino será más fácil y menos tortuoso, porque todos caminarán en la misma dirección y agarrados de la mano", comenta.

Sin embargo, la doctora Cajina recomienda que las metas propuestas en el núcleo familiar deben ser realistas, porque de lo contrario se pueden crear algunas fricciones, pero que tarde o temprano la misma familia se encargará de ubicarnos.

Otra de las bondades que acarrea el tratar de hacer programas colectivos en beneficio del núcleo familiar, es que une a todos los miembros de la familia, y en gran medida evita las diferencias comunes entre padres e hijos y entre hermanos.